16/2/10

MONTAÑAS DE CUADRO Y DIENTES

Carlos se sienta en los pies de la cama a la sombra de su joroba. Levanta su pesada nuca, su pesada mirada, y se detiene en un cuadro que cuelga muerto y torcido de la pared. Montañas; bah. Caminó hasta el baño. En la cabeza le faltaban algunos pelos, y al amasarse la cara frente al espejo, supo que le faltaban algunas personas.  
Así que, medio calvo y medio solo, se tragó el café y partió rumbo al videoclub en donde cumplía con el trabajo más tedioso que un hombre podría soportar: atender a otro hombre. 
El olor a aserrín mojado del que estaba hecha la gente comenzó a sentirlo en el colectivo. Quejas sentadas. Quejas paradas. Todo era queja y olor a jaula de la bestia más presa y quejosa del mundo. En el video, un judío ortodoxo con dos bucles más ortodoxos que él, se decide por Mundo Travesti II. Más tarde, una señora no estuvo de acuerdo en abonar el recargo por devolución tardía. 
- No podes cobrarme 50 pesos por una película de mierda.
- Señora, la tuvo 7 días. El alquiler es por 24 horas.
- Sí pero igual, ¡es una locura!
- Entonces vamos a rebajarle 10 pesos a su locura.
- Hace como quieras, ¡yo acá no vuelvo más! Cobrate los 40 que me voy.
- Si no va a volver más voy a tener que cobrarle la locura entera. Son 50 pesos.
 
La peor parte se la llevaría el chofer del colectivo que la mujer se tomó luego del incómodo momento en el videoclub. Él se acababa de divorciar, y a ella la habían estafado con una película de mierda. 

Calentó su comida con dos minutos de cáncer en el microondas. Por el aspecto era pizza. Por el sabor no era comida. Las montañas permanecieron hermosas en aquel cuadro. Ya no lastimaban las espinas de sus plantas, ni calentaba el aliento de sus bestias. Se quedó mirándolas hasta que acabó su cena. Eructó. Se quitó los pedazos entre los dientes. Luego echó alcohol en un trapo y se lo paso por los renglones rojos de su cuerpo desnudo y masticado. 

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LIBERE ESE PEDO LITERARIO, Y DEJEME SU PALOMETA.